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02/06/13
Opinión: Periodismo y violencia de género
Ser periodista implica una gran responsabilidad y esto no es sin consecuencias. Un decálogo, basado en recomendaciones de la Red PAR, para que las noticias no tengan un sesgo sexista. Por Ángel Rutigliano

 

 

En base a una serie de recomendaciones de la Red PAR (Periodistas de Argentina en Red) el colectivo “Mujeres en vuelo” conformó un volante destinado a los trabajadores de los medios mercedinos. Un decálogo para que las noticias no tengan un sesgo sexista.

1. La violencia de género es un problema social. Pensarlo al revés implicaría que la violencia de género es una acción de índole privado. Que se trata de un problema entre una mujer y un hombre en la soledad del hogar. En realidad así lo toman muchas organizaciones o programas de salud que intentan reducir la violencia de género a la violencia familiar. Contra esa idea Simone de Bouvaire alguna vez escribió: “Lo privado es político”.

2. Los crímenes pasionales no existen. La última ley sobre feminicidio viene a contrarrestar esta posición tan arraigada en los medios de prensa. Titulan crimen pasional cuando en realidad se realizó un asesinato. La ley de feminicidio a este síntoma le otorgó categoría de crimen de lesa humanidad y entonces iguala al golpeador con un criminal de guerra.

3. Proteger la identidad de la víctima. Se recomienda proteger la identidad de la víctima y no del agresor. Esto no siempre pasa y resulta que lo que queda luego de leer un artículo o escuchar una nota, es el nombre de quien sufrió el feminicidio. Nombrar al agresor ayuda también a la condena social.

4. Es conveniente no buscar justificativos. Muchas veces los periodistas aparecen mostrando en sus opiniones personales una moral sexista. No importa si ella lo engañó o si discutieron por dinero. Otra vez, no hay que perder de vista el punto central: la violencia.

5. Denunciar la violencia en todas sus expresiones. La violencia no se reduce a la escena del golpe. También hay violencia psicológica, emocional, económica, etcétera. Un padre autoritario no siempre pega, no le hace falta. Una maestra que grita, una novia celosa, un marido que no cumple con la cuota alimentaria, un jefe que ofende a sus empleados también está ejerciendo una conducta violenta.

6. Evitar encasillamientos. Las expresiones: “un caso más…”, “otro caso de…”; ayudan a anestesiar el tema. Aparece la violencia naturalizada y entonces perdemos la capacidad de sorpresa.

7. Alejar el sensacionalismo. Este es un tema difícil porque muchos medios hacen del amarillismo una forma de presentar la noticia. La obscenidad con respecto a la violencia de género no ayuda a poder entender el problema que se presenta. Produce un efecto inmediato terrible que tiene que ver con la angustia del lector. Además trae como efecto la impotencia porque no se quiere mostrar el contexto del caso sino que sólo se trata de mostrar cuerpos mancillados. Es la violencia en estado puro. Es la foto de una herida abierta que invita al horror. Una forma de hablar sobre la violencia para no hablar de ella.

8. Difundir un teléfono de ayuda. Son escasos los medios que debajo de la nota incluyen un teléfono para que alguien víctima de violencia pueda acudir. Lo que muchos medios no saben que al presentar este tipo de noticias despiertan en el oyente una serie de sensaciones. Los que miran se identifican y esto ayuda a poder simbolizar lo que pasa. De hecho, muchas veces aparecen acciones en cadena luego de que un victimario quema a su pareja o cosas por el estilo. Dar teléfonos útiles para pedir ayuda es como dejar una puerta abierta.

9. Diferentes tipos de violencia. Aislamiento, abuso, control, discriminación son sinónimos de la violencia. Por ende es importante que el periodismo pueda hacerse eco de este tipo de hechos. Sino parecería que la única violencia es la más aparente. Violencia no es igual a golpe. Hay un montón de tipos de violencia que dejan marcas en el cuerpo pero que no se ven.

10. La violencia no diferencia clase social. La violencia contra las mujeres no pertenece a ninguna clase social, etnia o credo. No se trata de porque alguien vive en una villa o contrariamente tiene una formación académica, está destinado a ser más o menos violento. Le ocurre a los árabes con sus famosos velos pero también tenemos casos de curas pederastas. La violencia ocurrió en la Alemania Nazi pero también en nuestra sociedad. Identificar a una persona víctima de violencia por su condición social es comprimir el problema y no verlo en toda su dimensión. Muchas veces se rotula el caso y esto simplifica el problema.

Desde el colectivo “Mujeres en vuelo” quisimos comentar este tipo de recomendaciones hechas por otros periodistas –Red PAR– para que, como dicen ellos, se pueda lograr una comunidad menos sexista. Ser periodista implica una gran responsabilidad y esto no es sin consecuencias.

* El licenciado Ángel Rutigliano es psicólogo, e integrante del Colectivo “Mujeres en vuelo”.

 

 

 

 

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