(Por Susana Spano) Existe un prejuicio instalado que considera a la literatura y el teatro infantil como  géneros menores sin tener en cuenta que nombres como el de María Elena Walsh, Hugo Midón, Javier Villafañe y otros bastarían para probar lo contrario.

Anita Martínez es una actriz sensible, que hace de su profesión un verdadero arte. En esta oportunidad incursiona, a través de “La  Caja Útil”, en una nueva faceta: la de autora. Su propuesta, ingeniosa, dinámica e integral, explora todos los recursos propios del género: mimo, payasos, expresión corporal, gags, títeres, acrobacia y una sorprendente prueba final: “el hombre globo”.  

La Cajita Útil es un retablo de títeres gigante en el que conviven un pirata que come lo que no debe, una enorme boca donde habitan traviesas caries, una tímida y triste gotita de agua, un chino sabio, peligrosos pero simpáticos piojos y un brillante rockero.

Cada peripecia vivida por Anita y sus circunstanciales amigos, se remata con una  pegadiza canción que propicia el encuentro de los personajes con el público, provocando una interacción vivaz y alegre.

Anita Martínez es una gran actriz; lo ha demostrado cada vez que sube a un escenario y lo reafirmó nuevamente en el estreno de su obra, el sábado 15 de julio, en el Complejo Cultural Julio César Gioscio de la ciudad de Mercedes. Durante más de una hora desplegó todo su talento y dinamismo. Vistió su personaje con los tonos y requerimientos de cada sketch, mostrando un desarrollo corporal cuidado y un enorme carisma con los más pequeños.

Sergio Encina fue el digno acompañante de la actriz. Vivaz y expresivo, exhibió un dominio corporal perfecto, tanto en las acrobacias como en la prueba del “hombre globo”, impecable en su demostración y remate.  

Martín Scarfi manejó con solvencia los títeres gigantes. Fue dúctil en las distintas composiciones que le tocaron interpretar: la mamá, el chino y desopilante en su “Elvis”, muy festejado por todos.

La obra desarrolla temáticas que tienen que ver con una mejor calidad de vida y el cuidado del medio ambiente pero no lo hace en forma didáctica ni escolar sino a través del mejor elemento al que se puede recurrir cuando estamos frente a un niño: el juego, la magia, el humor y la imaginación.

Cada detalle fue cuidado, desde el vestuario, colorido y fino, hasta la escenografía sumamente ingeniosa y funcional, una iluminación sugerente y las alegres canciones compuestas que brindaron el marco apropiado para hacer de esta obra un espectáculo altamente recomendable para los niños y los que han dejado de serlo

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