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25/05/11
Opinión: Ocho años distintos en la historia del país
Son los que han pasado desde la asunción de Néstor Kirchner como presidente. Pocos confiaban en lo que podría realizar. Tomó medidas fuertes que dieron sustento a profundas acciones posteriores. Por Marcelo Melo.


 

Han pasado ocho años de la asunción de Néstor Kirchner como presidente. Accedía al cargo luego de un período de pérdidas sociales claras. La muerte de militantes y ciudadanos reprimidos. La devaluación asimétrica. Las leyes de protección cultural que beneficiaron a grandes grupos económicos. La extensión del asistencialismo focalizado. Crisis de representación política. Un panorama difícil. No muchos apostaban a un presidente que no había contado con la posibilidad de una victoria clara en la segunda vuelta. Empezó con un discurso fuerte, desestructurado y directo que rápidamente pasó a segundo plano. Lo importante fue lo que vino luego.

Pocos confiaban en lo que podría realizar. Recuerdo claramente la línea editorial de La Posta, medio que dirigía en aquel entonces. Nuestros cronistas eran escépticos y lo fueron por mucho tiempo pensando, desde la duda cartesiana que debe tener obligadamente un analista, que era un maquillaje más para calmar las aguas. Sorprendía también, y desde unos años antes, cómo quién sería intendente de los mercedinos, Carlos Selva, confiaba, y se ponía a sus hombros su candidatura. Los años cambiaron la línea editorial a fuerza de hechos así como también la voluntad de la mayoría. Se empezaba a confiar en la figura presidencial y su imagen positiva se disparaba a niveles inimaginables. Se revalorizó la política como instrumento de mejoras sociales, debate y confrontación. Esto último es importante ya que el consenso eterno no produce cambios. No se puede consensuar con los sectores de poder. Deben ser enfrentados para el beneficio social. 

En su mandato se tomaron medidas fuertes que dieron sustento a profundas acciones posteriores continuadas por la actual presidenta. Pagó la totalidad de la deuda ante el FMI siendo intensamente criticado en su momento generando un plafón que durante la crisis internacional de 2009 nos benefició ampliamente como país. Se le atribuía ser neokeynesiano a partir del rol interventor del Estado a la hora de la creación de trabajo, fomento a la inversión y búsqueda del ciclo virtuoso de la economía vía demanda y consumo para disparar la producción. Lo logró. El país hace ocho años mantiene un crecimiento económico mayor que cualquier país latinoamericano y entre los pocos del mundo. Colocó a la Madres y Abuelas en primer plano. Continuó buscando justicia. Fomentó la unidad latinoamericana desde UNASUR y enterró al ALCA en Mar del Plata que era el elemento de convalidación comercial de EE.UU en la zona pensando en el desventajoso libre comercio. Los juicios a los represores se retomaron y se invirtió en educación, ciencia y tecnología.

Los vínculos latinoamericanos se convirtieron en algo cotidiano a la par que las relaciones carnales pasaron a la historia.  Kirchner empezaba al final de su mandato a adelantar lo que vendría anunciando que las medidas más contundentes en términos de estructura social en la Argentina las daría el próximo gobierno que sería “pingüina o pingüino” como tanto jugó desconcertando a más de uno.

Cristina Fernández de Kirchner llevó adelante las medidas más valientes de los últimos treinta o cuarenta años. Sólo alguien ideológicamente situado en el espacio opuesto al popular podría llegar a negarlo. Nos descolocó a muchos. La línea editorial de La Posta volvía a verse modificada como debe ser ante la dinámica social y el juego dialéctico entre sujetos y sociedad siendo nuestro eslogan que la objetividad es una mentira. Hoy lo anuncia cualquiera, pero, nuestros cronistas no se cansaban de decirlo. Empezábamos a graficar que algo diferente había en la realidad. De pronto se vinieron la 125, la Ley de Servicios Audiovisuales, Las ley de Educación Nacional, la Ley de Matrimonio igualitario con un lema hermoso que era “el mismo amor, el mismo nombre” apelando a la humanidad pura, la re estatización de Aerolíneas Argentinas, el regreso al Estado de la administración de los Fondos de Pensión en manos de empresas privadas denominadas AFJP, la Asignación Universal por Hijo, el programa Argentina Trabaja bajo cooperativas (re) creando la cultura del trabajo, la búsqueda de achicamiento real de la brecha digital junto al programa Conectar Igualdad que reparte gratuita y libremente netbooks de alta tecnología entre los jóvenes estudiantes, los actos por el Bicentenario desbordados por la participación popular, la búsqueda de justicia en casos como Papel Prensa, la extensión del cronograma oficial de vacunación en toda la población a cargo del Estado, los varios aumentos anuales que reciben nuestros jubilados que están muy cerca del 82% móvil, el desarrollo de la Televisión Digital, el despegue inédito de un canal cultural de prestigio internacional como es Encuentro, la creación de Paka Paka siendo un canal desde la mirada no comercial ni de mercado para los niños desde sus derechos, el Deporte para Todos y muchas medidas más que afectan a la vida de las personas en manera concreta e irrefutable. La realidad es incontrastable con las palabras. Se ha hecho mucho por la Nación.

Es lógico pensar los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner como una continuidad y no por una cuestión de parentesco, sino, de políticas de Estado. La restitución del rol del Estado, el valor de la política y el constante efecto sorpresa que provocan en la población es inédita en las últimas décadas. El principal columnista del diario La Nación, Joaquín Morales Solá, claramente en un rol opositor, decía que el kirchnerismo tiene siempre algo en la galera. Notables palabras que no vienen de alguien afín reflejando claramente la constante creatividad de quienes conducen este espacio político. Creatividad absolutamente vital para que un gobierno se refresque y viva el vínculo con la sociedad.

El debate político ideológico existente es también novedoso. Los jóvenes se sienten parte del proceso. Los más grandes en edad miran con ojos dulces la vitalidad enarbolada. Se cuestiona y enfrenta al poder concentrado sin tragarse más las mentiras. Se ponen en duda las intenciones existentes detrás de las comunicaciones siendo algo absolutamente necesario para la cultura crítica que se ha empezado a gestar en nuestro país recuperando valores históricos de cultura popular.

Los ocho años que se cumplen desde la asunción de Néstor Kirchner y la continuidad profundizada de Cristina Fernández de Kirchner no son una efeméride histórica. Son el reconocimiento de una nueva forma de administrar los recursos del Estado. De debatir la sociedad y de construir colectivamente nuestro destino desde una Latinoamérica más unida. Es, sin más, la manera en que empezamos a reconstruir la identidad solidaria del país.

* Marcelo Melo es Presidente del Partido de la Victoria Mercedes

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