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28/02/11
Importante hallazgo submarino de buzo mercedino
Se trata de un reloj de bolsillo perteneciente a un navío alemán que naufragó en 1915 en Puerto Madryn. Javier Moleres lo entregará al Programa de Arqueología Subacuática para su estudio y exhibición.

Moleres con el reloj, de manera previa a la limpieza

 

El mercedino Javier Moleres, quien es buzo, realizó un hallazgo muy interesante el mes pasado en el sur del país. Sucedió en Chubut.

Moleres se dedicó por años a la búsqueda de restos paleontológicos y arqueológicos (asistió a cursos de la Universidad Provincial de Mar del Plata sobre el tema y como buzo se especializó en arqueología subacuática). De hecho, en el Museo Ameghino hay un esqueleto completo de un Smilodonte y un Gliptodonte, y parte de un glossoterium que cedió para su exhibición.

En este caso, el hallazgo es un reloj de bolsillo que recuperó el 21 de enero pasado, buceando en el naufragio de un buque alemán de la Primera Guerra Mundial. “Lo más seguro es que perteneciera al capitán u a otro oficial de alto rango”, según Moleres, que tiene la intención  de contactar y entregar el reloj (de gran valor histórico y monetario) al equipo de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, para que sea estudiado y exhibido al público

La historia del “Kaiser”
Los naufragios son cápsulas del tiempo que entre hierros derruidos, retorcidos y cubiertos por la más increíble flora y fauna marina, guardan secretos de épocas pasadas, historias de sacrificio, miedo, dolor y coraje, trágicos momentos congelados para siempre dentro del escenario oscuro y fantasmal de los restos del buque. Bucear en un naufragio es volver al pasado, retroceder el reloj hasta un día y una hora marcada por el destino, sentirse sumido en un drama que no para de repetirse una y otra vez con cada inmersión realizada.

Ya transcurrió casi un siglo del naufragio del “Kaiser” y de él quedan muy pocos restos, parte enterrados en las arenas de la playa, parte sumergidos no muy lejos de la costa. El “Kaiser” fue un buque carguero alemán, que se cree participó en la Primera Guerra Mundial. Poseía un grueso casco de acero (más o menos una pulgada de espesor) ensamblado con miles de remaches, pues en esa época aún no se utilizaban las soldaduras.

Se estima que recaló en Punta Cuevas, al sur de la ciudad de Puerto Madryn (hoy conocida como Playa Kaiser) por una demora suscitada por trámites en su papelería.

En los primeros días del año 1915, el descuido de un tripulante que prendió un cigarrillo en la bodega y arrojó el fósforo sobre material sumamente inflamable, provocó una explosión y posterior incendio que avanzó hasta la cubierta, resultando al fin incontrolable. Al principio quedó a la deriva, y más tarde fue remolcado y encallado, para desmontar sus partes más importantes.

De tan impresionante muestra de la industria naval germana de la época, hoy sólo quedan algunos restos del casco y las cuadernas de grueso acero, que resisten el embate del tiempo, el agua salada y las olas que en ocasiones rompen con la pasividad del Golfo Nuevo.

Con marea baja el pecio queda prácticamente todo al descubierto, y causa asombro y curiosidad entre los bañistas que lo avistan por primera vez.

El hallazgo
“Desde el año 1995, después de cada inmersión que realizo en el Golfo Nuevo, aprovecho cualquier remanente de aire en mi botellón de buceo para acercarme al Kaiser y zambullirme cerca de él en busca de restos dispersos que no queden al descubierto con la marea baja y por lo tanto, permanezcan fuera del alcance de los turistas y del golpeteo -por lo general suave pero constante- de las olas. Rastrillando el fondo con mis dedos en los alrededores del buque y a poca profundidad, soñaba –con pocas esperanzas- en encontrar objetos que mostraran como era la vida y la actividad diaria en un navío de esa época”, cuenta Moleres sobre las circunstancias de su hallazgo.

“El día 21 de enero la suerte estuvo de mi lado y por debajo de unos centímetros de sedimento del fondo, dentro de una concreción de arena, óxido de hierro y canto rodado, descubrí el contorno apenas perceptible de un antiguo reloj de bolsillo, seguramente perteneciente al capitán o algún otro oficial de alto rango del Kaiser. Después de posicionar el lugar exacto del hallazgo, lo extraje para observarlo con más detalle y recién ahí noté las inconfundibles marcas dejadas por el fuego. Luego de haber permanecido casi 100 años en el mar, el mecanismo interno del reloj y gran parte de su carcasa exterior, están casi en perfectas condiciones, lo que habla de su excelente construcción y calidad del material”, sintetiza.

La ley Nº 25.743/2003 señala en parte de su artículo 40: “Las personas que por cualquier motivo descubran materiales arqueológicos o paleontológicos en forma casual en la superficie o seno de la tierra o en superficies acuosas, deberán denunciarlos y entregarlos de inmediato al organismo competente o en su defecto a la autoridad policial más cercana…”, por lo tanto el reloj del “Kaiser” será entregado -para ser restaurado y exhibido- a Dolores Elkin, investigadora del Conicet y directora del Programa de Arqueología Subacuática (PROAS).  

 

 

 

 

 

 

   

 



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