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25/11/09
Vecina intoxicada con cromo por la curtiembre Magromer marca alto nivel de cáncer en el barrio
Se trata de María Rosa Balaguer, una de las denunciantes en la causa por contaminación que sigue la Justicia Federal. “Diariamente vivimos con olores terribles, fuertísimos”, destaca. Afirma que fue defraudada y dice que se cansó.

La mujer vive en un difícil equilibrio emocional desde hace años



 

Una vecina de la empresa Magromer, curtiembre de gran capacidad productiva y contaminante, depredadora de recursos vitales como el agua, asegura que en la cuadra en que vive hay más de diez personas con cáncer. Ella misma está contaminada con cromo en su sangre y tejidos. Y vive en un difícil equilibrio emocional desde hace años, desde que empezó a enfrentar a su vecina, la empresa, por su impacto en el ambiente y en la salud. Asegura que se cansó de todo y que incluso ha sido defraudada por abogados que dijeron la ayudarían.

María Rosa Balaguer se define como “intoxicada con cromo”: “Tengo más del 4 % del nivel que podría tener aún estando trabajando en la fábrica, cosa que no hago. Me he hecho análisis en distintos laboratorios y en años diferentes. Y tengo 4 veces más de cromo en sangre, se me ha metido en los tejidos y ya no se me va. Además, a mi hija le pasa lo mismo y le afectó neurológicamente. En mi caso me surgió una enfermedad en los músculos y pienso que es lo mismo”, apunta. “Diariamente vivimos con olores terribles, fuertísimos. A veces dormimos con todo cerrado y el olor se mete dentro de la casa y te despierta, te ahoga. Es olor como a amoníaco, a podrido, a químico. Inunda la casa y esto pasa todos los días. A veces hay olor como a cuero sucio, a químicos, eso es constante”, destaca la mujer.

Consultada María Rosa sobre si la empresa se hizo cargo de esto que sucede, marcó que “nunca jamás” lo hizo, por más que haya ido personalmente a plantearlo: “Yo he ido a hablar desde un primer momento, cuando empezó mi enfermedad. Me empecé a brotar, empezaron a salirme llagas en la piel, no sabía qué hacer, entonces fui y hablé. Les dije que un médico me había preguntado si vivía junto a una curtiembre, entonces me hice el análisis de cromo y se los llevé, llorando. Pero me dijeron que ellos no tenían la culpa, que no contaminaban nada, que tenían todo perfectamente hecho”, recuerda.

En su derrotero, hubo varios tratamientos, viajes y consultas, atenciones en el hospital Posadas, reiterados procesos en búsqueda de un remedio. Luego incluso le pusieron un abogado, al que le solicitó que le compren la casa para irse. “Negaban que la culpabilidad era de ellos, por eso me querían pagar muy poco por la casa. Yo me enfermé de los nervios, me mandaron a un médico que lo único que hizo fue tomarme la presión y auscultarme, y me dijo que estaba bien”, destaca María Rosa Balaguer, vecina del barrio Villa Industrial y una de las que vive junto a la curtiembre.

La mujer tiene en su haber varios episodios judiciales, con denuncias penales, en la comisaría, y citaciones en las que tuvo que declarar con toda su documentación. “Todo fue un manoseo que me cansó y me enfermó más. Luego llegué a un grupo de abogados ambientalistas en Buenos Aires, que me dijeron que me iban a ayudar, entonces empecé otra vez con idas y vueltas, papeles, curaciones, pero en definitiva al tiempo me mandaron una carta diciendo que ellos se sentían incompetentes de llevar mi caso. Se trataba de la asociación ASAREA, y no sé qué pasó, pero yo perdí tiempo. Acá estuvo un grupo de abogados, con Obdulio Bottini, pero yo me cansé. Fue un manoseo, una burla que sentí, ya que tengo una enfermedad crónica”, explicó esta mujer, que es una de las testigos que se ha presentado en la causa por contaminación de Magromer en la Justicia Federal.

“Aquí ha venido Gendarmería a sacar agua, tierra y demás, pidiendo testigos entre los vecinos. A mí me dijeron que iba a enterarme de los resultados del agua que salía de mi casa, pero nada pasó. Y de esto hace más de dos años. Yo fui al Juzgado y no me dieron ningún dato”, apunta Balaguer.

“Yo estoy enferma, contaminada con cromo, y sé que es de ahí. Tengo los documentos que certifican que estoy contaminada, y ojalá no los tuviera. La empresa, en tanto, está construyendo una nueva pileta. Yo hace 15 años que vivo acá y la fábrica era mucho más chica. Pero luego se agrandó, siguen construyendo y los olores aumentan. Yo no estoy en contra de las fuentes de trabajo pero que hagan las cosas bien y que paguen por lo que han hecho. A mí me jorobaron mi calidad de vida, que es un 50 por ciento menor de la que tenía antes de estar acá. Tengo que atenerme a una droga y vivir de diferente manera, y ellos no se hacen cargo. Que sean humanos y si no contaminan que lo demuestren”, completa la vecina Balaguer, quien dice que hoy en día trata de hacer “borrón y cuenta nueva” porque se “estaba volviendo loca”: “Los mismos médicos me decían que me iba a enfermar más, la justicia de Dios espero que sea mejor que la del hombre”.

“Yo estuve muy mal, en terapia y pensé que no salía, con toda esta situación”, destaca, por último, y asegura que en la cuadra hay más de diez personas con cáncer: “No es casualidad, y yo estoy operada 4 veces de mamas. A veces uno no se atreve a hablar y estos pulpos te acallan con su poder”, reconoce la mujer, que es una de las que resiste en esa cuadra del barrio, junto a otros vecinos como Carlos Barriel, quien incluso tiene la casa casi dentro mismo de la empresa, no ha vendido su predio, ha discutido varias veces y es parte denunciante por contaminación, y día a día las vibraciones de las esctructuras por los motores y procesos industriales, y el hollín permanente que emanan las chimeneas no lo dejan en paz.

En la causa Magromer por contaminación que se tramita en la Justicia Federal ya habría sido probada en reiteradas veces la responsabilidad de la curtiembre Magromer en la afectación de las napas de agua, con un millonario volumen de extracción diario, y su posterior contaminación y arrojo con cromo en el canal de calle 16 que conduce sus líquidos al río Luján. Sin embargo, la sentencia no se dicta. Ahora, sostienen que el curso legal podría tener resolución recién en 2011. Mientras, la empresa Magromer se sabe que trabaja desde el año 2005 sin certificado de aptitud ambiental.

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