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27/01/16
El Cura Brochero… un pastor con olor a oveja
La Semana Brocheriana culminó con la celebración de la Misa del 26 de enero,  102 aniversario del fallecimiento del Cura Brochero, oficiada por el Cardenal Primado de la Argentina, Monseñor Poli y con la presencia del presidente.



 

Desde Villa Cura Brochero (Córdoba) – Primera entrega - Por Susana Spano
Martes 26 de enero
Hoy es un día importante en Villa Cura Brochero, miles de peregrinos de todo el país,  el extranjero y sus paisanos cordobeses vienen a orar por el Beato José Gabriel del Rosario Brochero porque la santidad sobrevuela este pequeño rincón argentino.
El 22 de enero, el Papa Francisco firmó el decreto que certifica que Brochero será Santo en 2016.
Pasaron años para que este Cura fuera considerado por las altas esferas eclesiásticas, pero su pueblo, al que tanto amó y que siempre lo siguió con fe, lo hizo “su” Santo desde hace mucho tiempo.
Pero... ¿Quién fue este hombre. Este Cura Gaucho, como muchos lo llaman?
José Gabriel del Rosario Brochero nació en Santa Rosa del Río Primero, el 16 de marzo de 1840 en el seno de una familia profundamente católica.
A los dieciséis años, su padre lo llevó a la ciudad de Córdoba para que ingresara en el Seminario de Nuestra Señora de Loreto.
No todos los estudiantes que albergaba la casa de estudios se proponían terminar allí el secundario y el joven Brochero trabó amistad, con compañeros de estudio que, más tarde, ocuparían puestos en el gobierno de la provincia y la nación, como por ejemplo: Miguel Juárez Celman o Tristán Achaval Rodríguez.
Durante los diez años de formación en el Seminario, se caracterizó por su contracción en el estudio de los valores esenciales del Evangelio, al tiempo que se familiarizaba profundamente con los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.
A fines de 1866 fue ordenado sacerdote, contaba tan solo con veintiséis años.

Los primeros años de sacerdocio

Su primer gran desafío fue socorrer a los enfermos de cólera, cuando una fuerte epidemia asoló  Córdoba.
El joven sacerdote desarrolló una tarea gigantesca, no solo ocupándose de las tareas espirituales, sino también en la curación de los enfermos y la aplicación de las medidas sanitarias recomendadas para evitar la extensión del contagio.
A fines de 1869 partió a su nuevo destino: San Alberto, un extenso departamento, al oeste de la provincia de Córdoba.

A lomo de mula atravesó, por tres días, caminos borrosos  que le sirvieron para palpar la aridez de las montañas y asomarse a la fertilidad del Valle de Traslasierra, el nuevo escenario de su labor.

Se instaló en San Pedro, en el departamento de San Javier, Apenas llegó preparó un extenso sermón, en el que volcó lo mejor de su sapiencia teológica, para saludar a sus feligreses pero, apenas comenzó se dio cuenta de que su erudita retórica no conmovía el corazón de los sencillos serranos. Desde ese día aprendió una lección: debía hablar como su gente
La zona donde debía ejercer su ministerio estaba sumergida en la pobreza: pocas escuelas, escasos caminos antiguas capillas semiderruidas y una economía de subsistencia  conformaban una realidad que el Cura asumió con la responsabilidad de transformarla.

Don Basilio López, de San Vicente, le regaló  una mula, medio de movilidad que  Brochero adoptó para llegar a todos los rincones de su extenso curato.
Cuando salía de recorrida llevaba en las alforjas de su mula chala para sus cigarros, elementos para celebrar la misa, el breviario, el rosario y algún pedazo de charque para comer, aunque prefería hacer un alto en los ranchos que encontraba, para conocer a su gente, tomar mate y  saber de sus problemas.
De esa manera fue convocando la participación de los paisanos. Formó grupos de hombres y mujeres, en los distintos pueblos, para construir capillas o mejorar las existentes, al tiempo que él se encargaba de gestionar  el nombramiento de maestros, ante el gobierno de Córdoba.

Había que hacer caminos para facilitar las comunicaciones, romper el asilamiento y sacar la producción de la zona. Organizó cuadrillas de trabajadores y él iba a la cabeza, enroscando su sotana a la cintura, haciendo punta y colocando  dinamita para abrir la piedra o agarrando la pala y el pico. De este modo alentaba la cultura del trabajo y generaba fuentes laborales. Así se hicieron: los canales de riego en las localidades del Tránsito y Nono, el acueducto Los Chiflones, que llevaba agua a la Villa y tantas otras obras.

La Casa de Ejercicios Espirituales
Brochero pensaba que los Ejercicios Espirituales eran el mejor instrumento para renovar la fe. Comenzó a organizar caravanas de trescientos ó cuatrocientos hombres y mujeres que, a lomo de mula, cruzaban las sierras grandes para llegar a Córdoba en pleno   invierno.
Las caravanas polvorientas que encabezaba Brochero, llamaban la atención cuando ingresaban a la ciudad.

Durante ocho días, los paisanos se encerraban en la Casa de Ejercicios Espirituales para escuchar a los sacerdotes, meditar y rezar.

El retorno de los ejercitantes, era celebrado por todo el pueblo. La gente venía con renovadas energías que luego potenciaban en las obras comunitarias.
Todo lo que acontecía le mostró a  Brochero la necesidad de construir una Casa de Ejercicios Espirituales en la zona.

La obra se inició en 1875, el día de la festividad de la Virgen del Tránsito y Brochero bendijo la piedra fundamental.

Hombres, mujeres y niños, con el Cura a la cabeza, cavaron cimientos, fabricaron ladrillos en los hornos construidos en la `plaza, apagaron la cal, acarrearon arena del río y, día a día, durante tres años, levantaron la inmensa casa que hoy se yergue, monumental, al lado de la Iglesia del Tránsito, frente a la plaza de la Villa que hoy lleva su nombre.

La obra fue oficialmente inaugurada por Brochero en 1878 y, según los registros, durante el tiempo que el Cura tuvo a su cargo la Villa (tres años) pasaron por ella 70.000 serranos para hacer sus Ejercicios Espirituales.

Los últimos años
Sería largo enumerar más acciones de Brochero, solo quisimos dar aquí un panorama sucinto sobre lo fundamental de su ministerio que culmina con la monumental obra de la Casa de Ejercicios y, posteriormente, la creación del Colegio de Niñas

Sucedieron otros sacerdotes al Cura pero ninguno supo encontrar en el pueblo esa esencia que él despertó. Los reclamos de los feligreses fueron tantos que el Obispo lo puso nuevamente en funciones, desde 1902 hasta  1907 en que renunció de manera indeclinable. En ese período construyó la Iglesia de Panaholma y dejó avanzadas las obras de la Iglesia del Tránsito, que había sido arrasada por un tornado. Volvió a la carga del proyecto del ferrocarril, en el que había gastado tantas energías, tinta y recursos. Sin embargo ese sueño (hasta hoy) no pudo ser cumplido.

En uno de sus tantos viajes a Buenos Aires, en los que seguía su reclamo, los médicos confirmaron un diagnóstico que Brochero sospechaba: había contraído lepra, según la tradición oral por su permanente atención hacia estos enfermos con los que, incluso, tomaba mate y atendía con dedicación.
Presentó, entonces su renuncia y se alejó a vivir en casa de unos parientes.
Su hermana, que vivía en Villa del Tránsito insistía, sin embargo, para que volviera a vivir con ellos. Dos condiciones puso Brochero para volver: que las religiosas le proveyeran los elementos para celebrar misa en su habitación y que lo ayudara  “con algunos pesos para atender las necesidades de los pobres que irán a pedirme que los surta”

La lepra avanzaba y, con ella, la ceguera era casi total, Con la ayuda del niño, Pedro Palacio, que hacía las veces de lazarillo, recorría las dos cuadras que lo separaban de la Capilla de las Hermanas Esclavas, donde la hermana Lucía Soto le leía (a través de la mirilla) párrafos del Evangelio
Su salud se agravó y el 26 de enero de 1914, a las 20.00 murió.
Al año siguiente de su muerte, Villa del Tránsito pasó a denominarse: Villa Cura Brochero.

Brochero y su legado
Comenzamos esta nota diciendo que hoy es un día importante para el lugar
Esta mañana, muy temprano el Presidente de la República estuvo en la Villa, visitó la Iglesia de Nuestra Señora del Tránsito, posó su mano sobre la urna que conserva los restos de Brochero y luego se dirigió a la misa que celebró Monseñor Poli.

Para la crónica periodística éste sea, tal vez, el hecho más impórtate del día pero si seguimos las palabras de Brochero, leemos sus escritos y vemos su acción evangelizadora, nos daremos cuenta, sin esfuerzo, que las ocho mil almas, que allí se dieron cita desde muy temprano, son la esencia y el motor de este día.
Los doctores de la Iglesia necesitaron dos milagros que la ciencia no puede explicar para hacer de Brochero un Santo, el pueblo solo necesitó tener en su corazón, el amor de este hombre que pensaba que la salvación de su alma estaba unida a la decisión de compartir sus bienes con los más pobres.
Éste fue el coherente testimonio de su vida.

“Dios anda por todos lados,
Pero tenga a mano que
Está  más cerca de los pobres que de los ricos.
En eso se parece a los piojos”

Cura Brochero

 

 

 

 

 

 

 

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 Noticiasmercedinas.com - Actualizado 28.01.16 9:45 AM

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