Tras el show brindado este domingo en la ciudad de Mercedes, el reconocido actor Alfredo Casero mantuvo una entrevista en la que comentó algunos detalles de su trabajo y de su filosofía de vida. En el camarín del ex Teatro Argentino, cerca de la medianoche del domingo, accedió a las preguntas, distendido y con el mejor ánimo de hacer entender sus conceptos sobre el espectáculo teatral, la música y su quehacer cotidiano.

De gira por distintas ciudades con “The Casero Experimendo” y en vísperas de irse a Japón, además de recién llegado del Uruguay, el actor reconoció que “hay una crisis muy grande, la gente está muy asustada”, y para que los espectáculos empiecen a funcionar “hay que romper la inercia, crear nuevas plazas”.

Consultado sobre cómo pueden entenderse técnicamente el espectáculo que realiza junto a sus músicos, en el que hay una innegable cuota de improvisación permanente, contó que sus técnicas no se las dice a nadie: “Cuando uno ve el espectáculo tres veces ve lo que cambié y lo que no. Yo no digo qué es lo que va a suceder, siempre cambia. Cambia biológicamente. Biológicamente nosotros tenemos un tiempo para el cambio, si cambiás muy rápido o le das demasiado a la gente, esta tarda mucho más en entenderlo, entonces pasás a crear una especie de masa de la cual todos hacen un cacharrito. Entonces todos te muestran cacharritos de tu masa, al momento que vos tenés que hacer algo que realmente sea como importante o un continente de algo importante. Artísticamente tenés que caer en que tenés que producir lo que se te ocurre dentro de la cabeza. Mi función ahora es ayudarle a los demás a entender que no tienen que detenerse”, define.

La cuestión de que su espectáculo, que lo tiene en escena en continuado e incluye la proyección de videos, y su estilo sea políglota (en su show hace canciones en japonés, yugoslavo, inglés y alemán, además del castellano), es para Casero “una casualidad absoluta”: “No entiendo por qué hablamos un solo idioma. Consumimos música norteamericana e inglesa, y consumimos un montón de cosas que no entendemos y nos pasamos mirando televisión hecha en Norteamérica, y nos reímos de cosas que antes no nos hubiésemos reído nunca. A mí hay cosas que no me dan gracia: Tinelli empieza con Lost, que es una serie norteamericana. El gran negocio de lo visual lo tienen otros. Mueren un montón de cosas y van cayendo, hasta que quedás solo. Entonces, ¿de qué manera podés mostrarte? Obviando estos medios digitales y dedicándote específicamente a lo más analógico, que es el pensamiento, la voz, llegar a la persona directamente”.

Por otra parte, se le indicó que en el espectáculo sostiene que la gente tiene que hacer lo que quiere, sin pensar: “La gente debe llevar adelante las ideas que tiene, sabiendo que puede perder, pero que tiene que hacer todo lo importante para ganar. Si no ni siquiera pienses. La idea se diferencia del sueño. En la idea vos pedís el presupuesto del sueño. El asunto es que se hagan factible cosas que son imposible de hacer si la gente no las hace, que son las ideas propias, si no de lo contrario no va a haber cosas nuevas”, dice. Lo que señala en su show es que la gente debe hacer “lo que se le canta el culo”: “Somos un país de gente que hacemos lo que se nos canta el culo. Hay muchos que llegan muy alto y muy groso. En el mundo hay un montón de argentinos que laburan en lugares muy específicos y son muy queridos y muy escuchados. No nos comamos esa de que la Argentina siempre anda mal: la Argentina anda mal y Norteamérica también. Todos andan mal, lo que pasa es que nosotros tenemos más ejercicio de andar mal: Por una cuestión natural hemos recibido más piñas y entonces sabemos por qué lado vienen las piñas”. “Nosotros somos primeros en todo. Seguimos siendo grandes los argentinos y no tenemos que permitir que nadie nos basuree. La hormiga que destruye todo en todos lados es la argentina. Hay una hormiga negra que está en todo el mundo y sale de aquí, en los embarques de granos”, completa.

El futuro
A la hora de hablar sobre el futuro y teniendo en cuenta que en su show menciona a su familia y sus hijos, el actor reconoce que “no piensa en el futuro”: “Yo hago el futuro, vivo con la disponibilidad de un condenado a muerte. Tengo una edad y una postura ante la vida, la puedo dejar en cualquier momento. Empezás a sentir profundamente que si tu honor te duele más de lo que te duele la vida podés pelear por tu honor. Tengo que velar por mí, tengo que hacer el presente bien, entonces el futuro va a venir solo bien. Yo no me hago cargo del futuro de nadie porque cada uno sabe lo lindo, lo bueno, lo feo y lo mano de ser el que es. Cuanto mucho me muestro yo bien, bueno, piadosos, alegre, budista, inteligente o lo que fuere, y también me muestro estúpido, tarado, iracundo. Es normal. Somos humanos y forma parte de una realidad común”.

En la música afirma que admira mucho a Mozart, la música clásica de Bach, Schubert (que a su entender “es como un Charly García en alemán”), la música de oriente, la búlgara, “la marcha peronista por Hugo del Carril, todo”: “Las cosas me pegan por diferentes lugares y van a diferentes canastos”, dice.

La risa
En tanto, sobre qué lo divierte, Casero destaca que “las vacas, trabajar en el campo, levantar alfalfa y enfardar”: “Me encanta, aprendo todos los días y me meto. Paso la vida aprendiendo y preguntando. Me junto con los mejores amigos y hacemos cosas muy lindas. A veces no hacemos nada. Me gusta cuando voy al mar, disfruto, navego. Disfruto de la Patagonia también, y cuando voy a San Luis trabajo mucho. Tengo que poder en marcha un motor, terminar el camión, soldar un carro. No me divierte hacer asado, cocinar ya no me divierte. Me divierte mi perro Leoncio, que se murió, pero ahora el Panchuco está aprendiendo un poco. Yo me paso la vida cagándome de risa, trato de que no me invadan, soy paranoico, pero los cómicos somos paranoicos todos sin un porqué”.

Por último, Alfredo Casero en su show hace mención reiteradas veces a los payasos como personajes, aunque aclara que lo suyo pasa por otro lado, y no es una referencia a sí mismo: “Un payaso es toda una forma de arte. Lo que hago yo está tres escalones más abajo del payaso. Pero está arriba o abajo dependiendo de quién lo vea. Yo creo que un muy buen payaso no necesita nada para hacer reír, es otra cosa, como una complejidad. Yo hago alusión a un payaso. Es otra música, es un cuarteto de trompetas, lo mío es un solo de jazz. Hay una partitura en lo primero, es más barroco, al pedo. Y yo le tengo bronca al barroco porque siempre fue medio al pedo”.